El otro día, entré en bucle viendo historias en Instagram. Una tras otra, una tras otra. Así ha sido durante estas últimas semanas raras y tristes. Casi todo el contenido que veía era igual de crudo, igual de terrible y humano. Lo mismo una y otra vez. Llegó un punto en el que deslizaba el dedo en la pantalla de manera automática, sin llegar a procesar del todo lo que estaba viendo. Un vídeo me devolvió a la realidad: un hombre mayor lloraba porque lo ha perdido todo, literalmente; se rompía al contar que no le dio tiempo a salvar a su mujer. Duele tan solo imaginar su pérdida, su dolor, la nada que queda después de algo así.
He repetido mucho durante estos días lo afortunada que me siento. Lo he dicho varias veces en alto, pero muchas más en bajito, recordándome a mí misma la suerte que tengo de vivir lo cotidiano y disfrutar de lo extraordinario sin barreras: la calidez de mi casa, poder dormir tranquila, que cada lunes sea un lunes perezoso y aburrido más, comer turrón en noviembre, trabajar, dar un paseo, tomar algo en el bar de siempre, brindar hasta que se nos acaben los motivos y después seguir brindando sin necesidad de tener una excusa, poder decir a la gente que quiero que lo hago intensamente…
… tener la oportunidad de repetírselo una vez más:
Guardo y retengo para siempre en esta carta la tranquilidad que trae la certeza, el saber que no existe otro ser vivo dentro y fuera de este mundo al que fiaría mis sentimientos con los ojos cerrados, porque incluso viviendo a tientas sabría llegar hasta ti. No sé de qué manera te querré cuando tengamos la edad del hombre que he visto en ese vídeo que me ha dejado el corazón temblando, pero sé que lo seguiré haciendo y sé también que será un reflejo de cómo te quiero ahora: sin miedo a nada, con todas mis ganas, con esta sensación del pecho a rebosar y la calma recorriendo hasta el último centímetro de mí.
No pido mucho
más allá de poder vivir
para verte reír una vez más,
para decirte que lo intenté
y que no hay fracaso
que iguale al miedo
de no verte nunca más.
(6 enero 2020)
Cierro con esto de
, que resume a la perfección la razón de esta carta:Si algo me ha hecho entender el desastre es que la tragedia solo trae algo en claro: lo único que importa son los otros. Ante el peligro, el centro de tu mundo se vuelca hacia quien tienes en el corazón. El resto es ruido. Lo que queda, al final, es el amor. La esencia de la simple, absurda y rotunda humanidad.
Otros ‘poemas’ —dejémoslo en ‘textos que riman’— que he escrito estos últimos años pensando en la gente que tengo en el corazón:
Al abuelo
Busco la eternidad
en unos ojos marcados por los años
que custodian la inquietud de los míos,
inexpertos y perdidos;
los mismos que me enseñaron a encontrar
más allá del primer juicio,
ojos capaces de consolar
con solo mirar.
Encuentro mi refugio
en unas manos marcadas por la vida
que acuden al rescate
antes incluso de escuchar la señal,
en unos brazos que fueron míos
antes incluso del primer sollozo,
en un pecho salvavidas
donde retumba un corazón que me conquistó
antes que cualquier otro,
que se ganó un amor que permanecerá
superior a los límites del tiempo.
A mis amigos
No hay día igual
desde que tengo a quien me rescate
de la monotonía de los infelices
que viven rendidos al tic tac del reloj.
Me encuentro con la libertad
cada vez que les veo bailar,
desobedeciendo normas,
alternado el orden de cualquier factor,
dejando huella en mitad de la ciudad.
Siempre alerta
para no dejar a la desconfianza pasar
tampoco a la cobardía vencer
ni a mí claudicar.
A mí
Me conocí diminuta,
perdida y decidida,
con tanto vuelo por delante
que todavía me pregunto a veces qué significa vivir.
“Vivir es aprender a andar sabiendo que te vas a caer,
conocer y confiar
confiar y equivocarse
equivocarse y seguir apostando,
saber perder y no tener miedo a ganar,
encontrar tu lugar buscándote a ti.
Vivir es irse y volver,
querer y dejarse querer
sin escondites
con todo el pecho,
enseñar tus grietas y soltar los peros,
vivir es romperte y seguir latiendo,
bailar y llorar
llorar y sanar
sanar y volver a bailar,
vivir es acumular historias,
contar cicatrices
y viceversa.
Vivir es seguir
seguir
y seguir
sin esperar nada
a cambio de quererlo todo”.
Que bonito lo que escribes Bea 💘 me ha conmovido esa carta 🫂🤍