Mareas de gente
"En España lo mejor es el pueblo. Siempre ha sido lo mismo" - Antonio Machado
Es difícil encontrar palabras que expliquen todo lo que estamos viendo y sintiendo estos días, pero más difícil me parece no decir nada.
Es difícil, angustioso, desolador encender la televisión, entrar en cualquier red social, leer periódicos, ver y escuchar testimonios y noticias desgarradoras, pero más difícil me parece mirar hacia otro lado.
Es difícil —rozando lo imposible— confiar, tener paciencia, guardar las formas ante semejante abandono e ineptitud por parte de quienes se jactan de dirigir un país desarrollado que en cuestión de días parece tercermundista, pero más difícil y descorazonador me parece perder la esperanza.
Sigo las noticias que llegan desde Valencia a casi 500 kilómetros de distancia, desde la seguridad y el calor de mi casa. No tengo familia, amigos ni conocidos en las zonas afectadas, pero se me hace imposible no empatizar con el dolor y la rabia que estoy viendo estos días en las caras de tantas personas a través de la pantalla. Esta catástrofe ha superado cualquier límite, no hay distancia cuando todos seguimos un mismo objetivo: ayudar como si el dolor fuera nuestro —ya es nuestro también—, canalizar toda esa rabia, que ya es de todos, por un bien común. Se me hace imposible no sentir un orgullo y un agradecimiento tremendo en el pecho al ver mareas de gente andando kilómetros y kilómetros, cargadas de palas y escobas y otros materiales, para llegar a Paiporta, Benetússer, Aldaia, Chivas, Alfafar y un largo etcétera y pegarse horas y horas limpiando, socorriendo y acompañando, llenándose de barro hasta las cejas, agotando sus fuerzas por ayudar a quienes se han quedado sin nada. Orgullo por esas mismas personas que ignoran las restricciones sin sentido, los avisos de calma y paciencia y la absurda mentira de que “no se necesitan más voluntarios”. Orgullo tremendo también por todos esos voluntarios, negocios y entidades que se han organizado en cuestión de días hasta en el punto más recóndito del país para que podamos aportar nuestro grano de arena desde la distancia.
Si no he perdido la esperanza todavía es por esas mareas de gente que hacen de España lo que verdaderamente es: un país en el que el pueblo está salvando al pueblo.
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