Pero nada, en realidad. Lo importante (casi) siempre está en el interior y esto es aplicable a todo en lo que creo que se resume el mundo: personas, comida y libros. De los dos primeros no voy a hablar a riesgo de meterme en embolados de los que luego no sé si podré salir -solo me atreveré a opinar que, en el fondo, todos somos mínimamente superficiales y posturetas, pero desgraciadamente no todos encontramos el límite con la misma facilidad-, pero de los libros… de los libros podría hablar todo el rato: de los que me gustan; de los que me encantan; de aquellos que me volaron la cabeza por sus finales inesperados, por la intriga, el revoltijo en la tripa, los párrafos en los que me encontré o las frases que releería una y otra vez sin contemplación; de los libros que me salvaron dándome un lugar en el que habitar cuando mis propios pensamientos gritaban demasiado.
Hablaría también de cómo hay libros, seguro maravillosos, que pasan desapercibidos en las librerías solo porque sus portadas no hablan, no saltan, no agitan la mano intentando captar nuestra atención. Hay libros que nunca sabremos lo que cuentan simplemente porque sus portadas tampoco nos cuentan nada. Me lo podéis discutir, pero es una verdad difícil de ignorar.
No es justo juzgar un libro por su portada, literalmente hablando, como tampoco lo es obviarlo por el mismo motivo, pero así somos: respondemos a los estímulos que hacen reaccionar a nuestro cuerpo, por eso hay libros que en un solo vistazo nos invitan a bailar y otros que no vemos ni aunque los estemos mirando. ¿Por qué creéis que está tan idealizado el amor a primera vista?
Atrás quedaron los tiempos de las portadas de cuero hechas a mano que eran una simple protección de las hojas. Hoy las portadas arrastran el peso de la primera impresión y, por esa misma razón, existen verdaderas obras de arte.
@portadasbien
La creativa Marta Taboada, gran defensora de las buenas portadas, tanto como para crear un proyecto en torno a ellas, está detrás de este perfil de Instagram en el que reivindica justo eso, las buenas portadas. Aunque lo parezca, no se queda solo en la capa superficial, sino que además recomienda libros que de verdad merecen la pena -¿hay alguno que no la merezca en realidad?-. “Convertir tu propia vida en materia literaria es un acto de sinceridad y de valentía que pocos autores son capaces de llevar a cabo. Imagínate ganar un Nobel con ello”, dice de Annie Ernaux y yo solo puedo aplaudir y darle a seguir porque El acontecimiento fue uno de esos libros que me volaron la cabeza por ser una historia tan íntima y tan bien contada.
Gracias a esta cuenta he descubierto, por ejemplo, que la obra que marcó la carrera de Vladimir Nabokov, Lolita -libro que tengo súper pendiente, pero que me da súper pereza-, tiene más de 210 diseños distintos. O que el diseñador encargado de la edición británica del nuevo libro de Sally Rooney -libro que me sigue a todas partes y que está llevando mis expectativas a otro nivel, motivo por el que estoy estirando el momento de empezarlo un ratito más-, es daltónico 👇🏼
Juniper Books
Yo solo quería escribir sobre lo mucho que me gustan las portadas de los libros bonitas y coloridas o bonitas y minimalistas, incluso vacías si son bonitas, pero me he liado la manta a la cabeza y, dejándome llevar por el scroll infinito de Google, me he topado con esta noticia: “Gwyneth Paltrow tiene a una persona que le ordena los libros por color y temática en su casa (y también se los compra)”. Leo eso y pincho, claro que pincho, no sé si por la necesidad de ver decenas de libros bien juntitos y ordenados concienzudamente, cosa que me horroriza, o por la envidia que me genera esa persona que se dedica a comparar y ordenar los libros de gente que puede permitirse tener a una persona que le compra y ordena los libros para que su casa luzca incluso más impresionante de lo ¿normal?
Resulta que esa persona es Thatcher Wine, quien creó Juniper Books para elevar el arte de las portadas de los libros a la máxima potencia. Lo que encontré me gustó más de lo que esperaba:
Mi estantería
Hace ya un tiempo, desde que tengo el Kindle básicamente, decidí comprar en papel solo aquellos libros que sé de antemano que voy a querer subrayar. Da la casualidad de que, además, suelen ser libros que me parecen preciosos -igual la razón última de mi subconsciente sea comprarlos por eso mismo-, así que estoy construyendo una biblioteca que me alegra la vista y el corazón casi al mismo nivel.






*Justo Simón, el libro de Miqui Otero, lo compré hace unos años en la feria del libro totalmente a ciegas: me encantó la portada, lo cogí y pagué. Tuve suerte, además de buen ojo, porque el libro también me encantó.
Algunas portadas (en mi opinión) chulísimas que hay ahora mismo en las librerías:






*Me encantaría leer Frankie y Mesa para dos. Mañana, mañana y mañana es otra de esas novelas que hacen infinita la lista de ‘libros pendientes’ que debería apuntar para que no sigan cayendo en el olvido.
Y este artículo de regalo porque me ha encantado:
Feliz martes, feliz siesta y feliz lectura 💌