Hace dos febreros, mi amiga Bego me regaló un diario. No es un diario al uso, cada página es un día y todas están divididas en cinco párrafos, uno para cada año que pase. Cinco años escritos en un diario, probablemente los más locos, desafiantes y fugaces de mi vida. Es un regalo. El diario, por supuesto, pero también verme crecer en una página. Mi yo del 2023 enfrentándose a mi yo del 2027. Revelación y evolución.
El 18 de febrero del año pasado escribí:
27 años… No hay mejor regalo que sentir que estoy construyendo la vida que quiero vivir. Me siento querida.
Hoy cumplo 28 y, aunque muchas cosas han cambiado, lo fundamental permanece: sigo escribiendo una historia —la mía— de la que sentirme orgullosa. Y cada año que pasa tengo más claro que lo conseguiré escuchando hacia adentro y abriéndome hacia afuera. El corazón está pa’ llenarlo, leí una vez.
La vida avanza a una velocidad que a veces asusta. Nunca más volveré a tener 27 años, pero tampoco volveré a tener 28 años por primera vez.
Mis últimos días con 27 🎂
Miércoles, 12 de febrero de 2025
Pensé que sería buena idea dejar huella de estos días previos a mi cumpleaños. Lo imaginé como un ejercicio no solo de escritura, sino también de observación. Me había propuesto estar atenta a cualquier detalle insignificante que hiciera de este miércoles (jueves, viernes…) lo que fuera menos un día cualquiera de febrero. Una bandada de pájaros desafiando el aire, la sonrisa cómplice de esos dos que salen a fumar juntos a media mañana, el sol de la tarde colándose entre tanta nube, un arcoíris entre tanta lluvia. No sé, algo.
Pero es sabido que (casi) nunca nada acaba siendo como imaginamos. No ha sido un miércoles cualquiera, eso es cierto, pero la balanza se ha inclinado hacia el lado equivocado. La lucecita naranja del coche avisando de que algo pasa con las ruedas, no para de llover y se me ha olvidado el paraguas, un correo a destiempo, la espera en el taller, hoy no llego a nada.
No hay moraleja ni aprendizaje, hay días que son difíciles de levantar.
Jueves, 13 de febrero de 2025
(Casi) nunca nada acaba dándose cuando imaginamos. El amanecer de hoy ha vuelto a equilibrar la balanza pintando el cielo de colores después de estar días empañado y gris. De camino al trabajo, justo en frente, al fondo, había de repente dibujadas varias líneas horizontales.


Al verlas, he pensado que, en realidad, no pasa nada por sentir que a veces la vida pende de uno o varios hilos siempre y cuando esos hilos sean los suficientemente resistentes para sostenerte. El amor de mi gente, los libros, la música, el mar.
Sí, todo esto he pensado cuando el reloj no había dado ni las 8:00. Después de meses de días demasiado cortos y noches demasiado largas, cuando he llegado a la oficina entraba luz por las ventanas.
Viernes, 14 de febrero de 2025
Leo a Xacobe Pato en Instagram: “En San Valentín se celebra (…) que es maravilloso e inquietante que algunas de las mejores cosas de la vida no se puedan buscar, ni comprar, ni forzar. Se celebra el azar, lo improbable de encontrar a una persona entre tantas, lo alucinante que resulta pensar que hace un año o diez no estaba en tu vida, y que podría no haber estado nunca, pero está”.
Eva Morell escribe en El club de la Cabaña de esta semana sobre Woodnest. La historia es la siguiente: un noruego se enamora de una australiana y, dado que ambos comparten el amor por las cabañas en los árboles, se convence de que, si todo va bien, construirá él mismo una donde le pedirá matrimonio. Lo hizo y así nació Woodnest, un proyecto de cabañas en los árboles en un bosque de Noruega con vistas al fiordo de Hardanger. Los caminos inescrutables del amor.
En días como hoy en los que la gente no se avergüenza ni rehúye de tanto amor, me acuerdo del encuentro entre los artistas Marina Abramovic y Ulay en el MoMA 23 años después de separarse. Lo vi por primera vez en la universidad, en clase de Cultura Visual. Lloré entonces y me sigue removiendo todavía hoy.
Pienso también en la suerte que tengo de toparme con todas estas historias e, instantáneamente, pensar —entonces, hoy y siempre— en la misma persona.
Sábado, 15 de febrero de 2025
Cuando a mi amiga Deni y a mí nos pesan en exceso la vorágine del día a día, el trabajo, las decisiones, la vida en general, nos imaginamos montando mano a mano una cafetería. Sería una cafetería pequeña y tranquila, con una vitrina llena de nuestra comida favorita. Sonaría música bajita mezclada con el runrun de las conversaciones y el chisporroteo de la cafetera. No, no nos planteamos el caos que supondría emprender. Tampoco solemos comentar el pequeño detalle de que a ninguna nos entusiasma la cocina. Simplemente nos refugiamos en la sensación de calma que sentimos cuando la vida parece que nos atropella y quedamos a desahogarnos en cualquier cafetería.
Hoy le he avisado de que estamos un poquito más cerca de hacerlo realidad porque he hecho mis primeros rollos de canela sin quemar la cocina.



Domingo, 16 de febrero de 2025
Un domingo es domingo cuando la calma se huele, se palpa, se disfruta. La calma de este domingo de febrero huele a rollos de canela caseros untados en café. El cielo está despejado, azul y frío. Se escucha trajín en la cocina, mamá yendo de un lado para otro —cortar, remover, batir, “prueba esto”, un poco más, “está soso, ¿verdad?”—, parece que baila. Papá ordena la mesa. Vino y sidra. El abuelo riendo, la abuela tranquila. Todo está bien.
Lunes, 17 de febrero de 2025
Podría haber sido un lunes cualquiera, pero ha sido mi último día con 27 años.
En la penúltima carta de 2024, elegí Los siete maridos de Evelyn Hugo como libro favorito del año. Quise, pero no pude elegir Tan poca vida porque nunca antes había sufrido así con un libro. No fue mi favorito de 2024, pero ha sido el libro de mis 27 y probablemente será el primer libro que, desde ahora y para siempre, me vendrá a la cabeza cuando alguien me pregunte: “¿Qué leo ahora?”. Supongo que con eso lo digo todo.




El año pasado a estas alturas, vi Siempre el mismo día, una serie que, como me pasó con Tan poca vida, disfruté y me destrozó a partes iguales. Una historia (cruda y real) de amor para el mes del amor. Me parece la premisa perfecta para convertirlo en tradición, así que la he vuelto a empezar. Febrero ya no es solo el mes de mi cumpleaños.
✨✨
Aunque con un poco de retraso, felicidades!!!!