Llegó el último día del año con este eco de nostalgia que remueve hasta el último recuerdo. ¿He hecho, he sentido, he querido, he disfrutado, he vivido suficiente? Quiero creer que sí, aunque hablando de lo bueno, de lo de verdad, siempre hay hueco y tiempo para más. Más ganas, más besos, más libros, más letras, más atardeceres, más mar, más risas, más brindis, más sueños, más experiencias y lecciones que me convertirán en quien seré mañana. La vida es un aprendizaje continuo:
A veces, decir que no a los demás es regalarse un sí como un cohete a uno mismo.
Llega un punto en la vida en el que el pasado y el futuro pasan a tener el mismo poder de decisión.
Llega otro punto en la vida en el que el “si no es ahora, ¿cuándo?” se vuelve más real que nunca.
Hacerse mayor implica manejar cantidades cada vez más grandes de información, de opiniones, de experiencia y decisiones. Saber identificar mi voz entre tanto ruido se ha convertido en una tarea inevitable e imprescindible.
Es difícil, pero no imposible, descubrir y entender lo que quiero.
Me gusta la tranquilidad del silencio.
Odio el silencio cuando estoy triste.
Ahora me contradigo mucho más que antes, pero ya no dudo tanto del poder de mis decisiones.
Si pruebas a abrir una puerta que das por hecho que está cerrada, quizá te lleves una sorpresa. Real y metafóricamente hablando.
Digo demasiadas palabrotas y dudo que eso vaya a cambiar. Hay ciertas indignaciones, sorpresas o alegrías que veo imposible expresarlas de otra forma que no sea soltando un “hostia puta” directo del alma.
En la carretera, un insulto bien gritado me parece mucho más liberador que cinco bocinazos seguidos.
Saber conformarse, según qué situación, sí que es liberador.
Pocas sensaciones me templan tanto como la ilusión. La ilusión lo multiplica todo: el ahora y el mañana. Descubrir, tener un lugar al que volver y gente con la que compartir, escuchar el mar, dejarme abrazar por los mismos brazos, dejarme llevar por nuevos sueños, cantar a pleno pulmón, sentir que estoy donde quiero estar.
Todo es eterno mientras ocurre. Aplicable a personas, momentos y cualquier cosa susceptible de convertirse en recuerdo.
Tan importante es saber dar como recibir, esperar y actuar, callar y decir lo que piensas. Es incluso más importante saber cuándo elegir una u otra opción.
La empatía es un bien súper escaso, lo que la convierte en un regalo cuando es recíproca y en un lastre cuando no; es entonces cuando hay que saber dominarla para que no duela.
Existe gente a la que no le gusta el chocolate (!!!).
La mejor manera de acabar de un plumazo con las dudas, los miedos y las inseguridades sobre algo es enfrentándote a ello. Acabo de escribir algo súper obvio, lo sé, pero a la hora de la verdad no es fácil saltar sin saber lo que te vas a encontrar.
El límite de vueltas que puedo dar al mismo tema es tres. Superado ese número, empiezo a perder la cabeza.
No es necesario buscarle explicación a todo. A veces, simplemente hay que dejar que las cosas pasen, o que no pasen, y huir del bucle de locura y agotamiento que supone intentar encontrar razones y porqués. Fluir, dicen. Progresamos adecuadamente.
Desde que me di cuenta de que mis mejores recuerdos tienen, sin haberlo buscado, banda sonora, elijo con mimo las canciones que escucho cuando sé que un momento o época se van a quedar grabados en mi memoria para siempre.
No hay nada como querer y que te quieran. Al mismo tiempo, en sintonía. El amor en todas sus formas y posibilidades.
Para las dos últimas me voy a limitar a copiar hasta la última coma escrita por Dolly Alderton en Todo lo que sé sobre el amor porque no podría explicarlo mejor ni aunque quisiera:
La vida es difícil, dura, triste e irracional. Casi nada en ella tiene sentido. Tiene mucho de injusto. Y una gran parte se reduce, simplemente, a la fórmula poco satisfactoria de la buena y la mala suerte.
La vida es fantástica, fascinante, mágica, divertida y absurda. Y los seres humanos somos asombrosos. Todos sabemos que nos vamos a morir y, sin embargo, seguimos viviendo. Gritamos y soltamos tacos y nos afecta cuando se nos rompe una bolsa de basura y con cada minuto que pasa nos acercamos más al final. Nos maravilla la puesta de sol anaranjada sobre la M25 y el olor de la cabeza de un bebé y la eficiencia de los paquetes extraplanos en los que vienen embalados los muebles, aunque sabemos que todo el mundo al que queremos dejará de existir un día. No sé cómo lo hacemos.
Viviendo.
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Feliz 2025 !!!! No dejes de escribirme cada martes. Besote.